La
verdad histórica sobre la crisis financiera de Puerto Rico
Prof.
Pedro N. González
“Porque,
no todo lo que está impreso en letras de molde es cierto".
Cuando uno escribe debe evitar hacer interpretaciones
fáciles o establecer paralelismo forzados, es mejor respetar esa verdad histórica,
que muchas veces es tan escurridiza, que
es imperceptible para la mayoría de las personas que no estudian la historia y
los hechos de nuestra sociedad. Por eso el que escribe tiene la obligación de adentrarse
en el conocimiento de esa verdad de la existencia misma de los hechos que va
exponer, dentro de su exposición de manera que exista la prudencia a la hora de
analizar el presente.
El fanatismo político de nuestro pueblo, le nubla
muchas veces la capacidad de analizar e interpretar los hechos históricos, y
todo lo ponemos a la luz de nuestros tradicionales argumentos políticos.
Nuestro pueblo ha ido poco a poco desmantelando la cultura política de respeto
al adversario, para encaminar la cultura del radicalismo político que ha
convertido al gobierno autoritario y controlador de todo el proceso social y económico
del país, que nos deja en un estado permanente de dependencia del gobierno como
el único dador de bienestar. En palabra más simples la elecciones se han
convertido en un proceso de oferta y demanda que se define quien más me ofrece
o a quien más le puedo pedir, en un peligroso juego de "toma, toma, y dame, dame". Como si
la fuente de los recursos para atender esas demandas no tuvieran limitaciones,
como si nunca se fueran a acabar. Todavía la gente no se ha dado cuenta de que
ese poso milagroso ya se secó.
A pero
quien tiene la culpa de tal desgraciada noticia, aquí es que las cosas se ponen
color de hormiga brava, pues nadie quiere cargar, con la culpa de tal desgracia
y como la culpa es huérfana, nadie la quiere aceptar, como tal, pues sería un
estigma en el prestigio de cada entidad política,
que se disputa el poder en las próximas elecciones.
Hasta ahora el pueblo ha seguido en forma
continua ese modelo de castigo al que no me de lo que yo pido, no hemos podido
zapatearnos de ese modelo y no hemos podido buscar otro esquema a la hora de
tomar decisiones políticas que trasciendan las fronteras ideológicas que
encienden las pasiones del fanático político, que no es capaz de analizar más allá
de sus limitadas fronteras ideológicas. Por eso es que vivimos este momento de
profunda crisis fiscal, que tiene al gobierno a punto de la bancarrota. Por
esta cultura de intransigencia política que vive nuestro pueblo, que no tiene
paciencia y que toma sus decisiones políticas de forma ineficiente, sin
importar las consecuencias de sus acciones políticas, que afectan nuestra economía
y bienestar social, como pueblo.
Es tiempo de que busquemos otro esquema de enfrentar nuestras decisiones políticas y de
buscar alternativas a nuestro proceso político, que nos permita encauzar
nuestro esfuerzo hacia una mejor calidad de vida para todos.Nuestra cultura política
está centrada siempre hacer las mismas críticas de uno sobre los otros, cada
vez con mayor profundidad y desprecio, ante la incapacidad del que gobierna de
cumplir con todo lo prometido durante su campaña política. Es como si la gente
creyera que el gobierno tiene una barrita mágica que cuando llega borra todos
los problemas que su antecesor no resolvió. Es como si nos quisiéramos parar
ante el túnel del tiempo y hacer el milagro de una transformación sin tiempo ni
espacio.
Es que nuestra gente se ha acostumbrado a no ver
y entender los graves problemas de nuestro sistema de gobierno, es que no hemos
podido entender que los problemas de la corrupción están minados dentro de
todos los niveles operacionales de la estructura de gobierno, que no se
desaparecen con el cambio de una administración, que es un problema complejo
que tiene muchas vertientes y que toma tiempo el poderlo corregir. Es que los
cambios que propone el gobierno necesitan tiempo y espacio para poder fortalecer y modificar los sistemas de
controles para alcanzar un sistema público más efectivo. La gente ha perdido su capacidad de
tolerancia y la politiquería de la agenda de la oposición política , que solo
permite y promueve que el pueblo solo vea los defectos y errores de las
acciones del gobierno, a quienes le achacan los grandes desastres de sus
gobiernos anteriores y ahogan la opinión publica con abundante desinformación y
demagogia, que confunde a la gran mayoría de nuestro electores.
La gente se ha acostumbrado a ver más los
desaciertos de los gobiernos, pero ninguna de sus virtudes. Sin tomar en cuenta
las diferencias sustantivas entre el pluralismo político que promueve y respeta
este gobierno, versus la experiencia de intolerancia que fueron la norma y prácticas de pasados gobiernos, que atropellaron
a estudiantes y obreros que se manifestaban en defensa de sus derechos.
Nuestro pueblo tiene que vivir con nuestras
diferencias ideológicas, pero tenemos que respetar esos espacios legítimos de
acción, es bueno ser crítico. Pero hay
que respetar a las personas que no piensan como usted, tenemos que buscar a
como dé lugar encontrarnos nuevamente en ambiente de dialogo, de respeto, de reconocimiento a los derechos de los demás.
Mi
gente es tiempo de dialogar, es mejor dialogar, que pelearnos los unos con los
otros. Ese modelo hay que descartarlo.
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