"Demos
Gracias A Dios, porque es bueno, porque es eterna su misericordia"
Prof.
Pedro N. González
El próximo jueves 27 de noviembre,
celebramos el día de acción de gracias, es el día de revisar en nuestras vidas,
hacia donde hemos caminado durante este año, como esta mi vida con Dios y con el
prójimo. Toda la vida del cristiano está fundamentada en “amar al Señor tu
Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu corazón
y amar a tu prójimo como a ti mismo”, no son simples palabras, son las palabras
salidas de la misma boca de nuestro señor Jesucristo. De aquí nace todo el
criterio de la autenticidad de nuestra
vida personal, de nuestra fe y de la genuina y autentica verdad de ser
hijos de Dios. Si celebrar este día de acción de gracias nos debe guiar de
manera particular a ser agradecido del gran
sacrificio de nuestro salvador. Que nos comunicó de una forma simple la
obra grande del padre que está en los cielos, que pone de manifiesto todo lo
que supone la autenticidad de nuestra fe y de nuestro modo de ser como creyentes de la
palabra de Dios.
El amor a Dios y al Prójimo nos pone ante
la gran misión de Jesús. Que nos presenta estos dos mandamientos son de esa realidad divina y humana que se da en
cada hijo de Dios, la realidad de Dios Padre, de un dios Hijo y del Espíritu
Santo, un Dios trino y único y la
realidad del Prójimo, junto al cual caminamos hacia la patria celestial, pues
al cielo no podemos llegar con las manos vacías. No podemos decir que amamos a
un Dios que no vemos y despreciamos al prójimo que está en nuestro alrededor.
Si Dios es un Dios de amor, y ese amor es
la fuente de donde sale el fruto de nuestras obras, por eso podemos adorar a
Dios como nuestra única verdad, de ahí sale nuestra alegría y nuestro gozo, que se tiene que transformar
en disponibilidad, en entrega, en servicio de nuestros hermanos, sobre todo de
aquellos que tiene mayor urgencia y necesidad de nuestra ayuda, los pobres, los
enfermos, los que están tristes, los desvalidos los desamparados, los que no
tiene techo ni hogar. Los que están presos, los que son marginados y
despreciados por su condición social. Nuestra sociedad esta tan ocupada en su
agenda personal que se ha perdido todo el sentido de lo que es el afecto, el
cariño, la simpatía, el sentido de compasión y la fraternidad, aun con nuestros
seres más querido, nuestros padres, nuestros abuelos, que viven solos a pesar
de tener familia y peor aún que se sienten abandonados a la suerte, hemos perdido
el verdadero sentido del amor al prójimo, esa vivencia que nos hace ser
personas con sentimientos, que nos llena esa fibra emocional que nos conecta
con Dios y con nuestro prójimo. El amor al prójimo nos debe guiar a producir
obras concretas de que traduzca en obras de fraternidad y solidaridad, que son
el termómetro que mide nuestro amor por los demás.
Hermanos Cristo es nuestro modelo, él es el
camino, la verdad y la vida, nadie va a el padre si no es por él, por eso el
amor a Dios tiene que estar reflejado en el amor a nuestro prójimo, tiene que
estar contenido en esa pasión por amar a Dios con toda nuestra mente y nuestro corazón
y al prójimo como a ti mismo, con esa verdadera y autentica compasión por toda
la humanidad. Que nos exige no rechazar
o excluir a las personas, ni por sus ideas, ni por su condición social. Pues
todos somos hijos del mismo Dios. Vivamos nuestra fe con humildad y sencillez promoviendo
siempre las causas nobles, solo el amor a Dios es capaz de llevarnos siempre
por los caminos del bien y al servicio de los demás. Demos gracias a Dios por
habernos regalado el don de la fe.
La
madre Teresa de Calcuta solía decir: “Dios ama todavía al mundo y nos envía a
ti y a mí para que seamos su amor y su compasión por los pobres “.
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