Algunas
reflexiones sobre La fe, la religión y
la política en los Estados Unidos
Prof.
Pedro N. Gonzalez
Sería ingenuo de mi parte el pensar que la
política partidista no es una actividad que está profundamente entronizada
dentro de la religión en los Estados Unidos. Desde mi llegada a este país he
podido notar la influencia de los grupos ultraconservadores en los temas más
importantes de la discusión política en los comicios electorales que se dan a
todos los niveles dentro del sistema democrático de gobierno que vive esta
nación.
Durante las campañas presidenciales de los
últimos doce años, hemos visto toda clase de acusación sobre la preferencia
religiosa de los candidatos, de esta manera vemos como los candidatos buscan de
todas maneras posibles de ganarse el favor político de los electores
proyectando su imagen hacia las creencias religiosas de los electores a los
cuales pretenden conquistar, sean cristianos, católicos, ateos o de cualquier
otra creencia religiosa.
En este país la creencia religiosa no es un
pecado, como no lo es el ateísmo o el agnosticismo. Lo que es más importante es
que el candidato o la candidata respeten ese derecho individual de libertad de
credo y que no se pretenda imponer su fe o sus creencias religiosas a los
demás. Podríamos afirmar que la gente de este país, tiene más su mirada en la capacidad que tiene cada candidato en
su capacidad de asumir su gobierno con respeto a la libertad y a los derechos
de sus constituyentes, más que por sus credenciales religiosas o por sus
preferencias religiosas. Más bien los electores se preocupan más por su ética,
por su compromiso con aquellos a quienes la sociedad les ha dejado arrinconados
en la pobreza y en el olvido. Entonces vemos a los políticos que buscan
proyectarse en tiempos de elecciones como los más creyentes, detrás de líderes
religiosos católicos o de grupos de pastores evangélicos para recibir de ellos
su apoyo y simpatías. De esta manera vemos con gran tristeza como nos
sumergimos en una lucha ideológica que degrada lo mejor y más legítimo de nuestra fe que es el
amor y respeto por los demás. La lucha ideológica dentro de las iglesias termina siendo rechazado por los
electores más inteligentes. Que deslindan la religión de la política.
Mi experiencia personal es que en la
iglesia católica es dominada por una poderosísima fuerza conservadora, la mejor
aliada del poder político del Partido Republicano y que percibe solo una forma de ser católico esto implica acatar la
doctrina y los mandamientos de la Iglesia Católica y de la jerarquía
eclesiástica. Así que desde esa perspectiva un verdadero católico no debe
aceptar la homosexualidad, mucho menos las uniones entre parejas del mismo
sexo, ni i los anticonceptivos, ni el aborto. Para un verdadero católico, el
hombre solo se salva si es católico, si
no va a parar al infierno, en el que los pecadores irredentos sufrirán un
castigo eterno. Para estos fundamentalistas ultraconservadores, no hay espacio
para un encuentro ecuménico ni perdón para quienes no compartan su fe Y mucho
menos si respalda a un candidato político que no tenga las mismas creencias que
este grupo de ultraconservadores.
Y yo me pregunto cómo es posible que estos
hermanos puede pensar que un Dios tan
justo y misericordioso sea capaz de infligir un suplicio infinito a las
personas que no piensan como ellos.
He
meditado profundamente sobre este fenómeno de la relación entre fe y política
aquí en los Estados Unidos y he visto la batalla campal que se da en los
círculos de la iglesia para influenciar el voto del creyente en las elecciones,
por ejemplo en las elecciones presidenciales del 2008, los grupos religiosos
conservadores católicos y protestantes, así como los evangélicos, hicieron una
alianza política a favor de la candidatura del candidato republicano, George Busch.
Inclinando la balanza a su victoria como presidente, campaña que se puede
atribuir a los más poderosos grupos fundamentalistas y ultraconservadores religiosos,
que adquirieron un gran poder en las estrategias políticas de los partidos
políticos ultraconservadores.
Aunque tradicionalmente la religión y la
política han estado de la mano en esta nación, a partir de este momento
histórico el envolvimiento político de líderes
religiosos se ha convertido una práctica común dentro de los grupos religiosos
de mayor participación poblacional, sobre todo en las grandes ciudades.
Pero esta situación se ha ido empeorando
dentro del seno de la iglesia católico,
en donde se llegado a exponer que los
políticos católicos que se manifiesten en favor de cualquier derecho al aborto,
se les considere como pecadores públicos y no se le permita comulgar, o sea que
serían excomulgados de la iglesia, posición promovida por el obispo de San Luis, monseñor Raymond Burke, el mismo
obispo que lleva una campaña de descredito contra el papa Francisco por
considerarlo, socialista y comunista.
Los ultraconservadores dentro de la iglesia
católica y dentro de los demás grupos de
ultraconservadores, se han olvidado, de la libertad religiosa, y el libre albedrío y de
la defensa de la dignidad del ser humano, dentro de cada ser humano hay necesidades y
deseos que encuentran su plenitud únicamente en Dios», Nadie tiene derecho a
juzgar la conciencia de cada persona, esas son las verdaderas enseñanzas de la
doctrina social de la Iglesia, que está fundamentada por el amor a la humanidad
y por el deseo de contribuir a un mundo que respete la dignidad y los derechos
de todas las personas. Un objetivo que todos pueden compartir, incluso aunque
no todos estén de acuerdo sobre la mejor forma de lograrlo.
El fanatismo ciega y nubla la inteligencia,
y nos guía por el camino del odio y la maldad, hay que liberarse de ese
sentimiento y de esa pasión.
“Le pido al Señor mi Dios, que me libere de mis amigos, que de mis enemigos yo
me cuidaré”
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