La
crisis moral y ética que vive nuestro pueblo, afecta sustancialmente todo
nuestro quehacer social y a todos los niveles de nuestra sociedad, tanto en lo
político, lo religioso como en lo económico.
Prof.
Pedro N. Gonzalez
Es qué la
moral y ética se pueden considerar como los aspectos más sustantivo del
proceso educativo del ser humano. Pues el desarrollo humano depende
fundamentalmente de las ideas, valores, prácticas, relaciones e instituciones
comunitarias y sociales en las que crece la persona, la escuela incluida. Las
ideas y valores (la cultura) de la comunidad funcionan como expectativas que la
persona debe aprender, es decir interiorizar por medio de la interacción
social. Las expectativas sociales se convierten en necesidades, intereses y
capacidades que nos definen como seres humanos. El principio de la esperanza en
el que nos hemos formado nos dice que aunque el ser humano está condicionado
por su ambiente socio-cultural, puede mediante su pensamiento y acción entender,
criticar y transformar su relación con dicho ambiente y con ello a sí mismo y a
su ambiente.
La sociedad moderna vive en proceso
continuo de profundas transformaciones económicas, sociales, políticas y
culturales, que marca una constante crisis de valores que se refleja en todos
los niveles de nuestra sociedad, y a
todos los niveles de nuestro sistema social, inclusive nuestros niños, jóvenes y adulto, con actitudes y
comportamientos alejados de los valores morales que eran parte de la cultura
social de nuestros pueblos, que lo distinguía por sus principios de civismo y responsabilidad
social.
Todos estos estilos de vida fácil que se
refleja en la delincuencia, la agresión y la violencia, el uso de drogas,
alcohol y tabaco. Vemos con gran tristeza como nuestra sociedad va viviendo
unos estilos de vida egocéntricos, marcado
por consumismo desmedido, que refleja esa
falta de responsabilidad para atender las necesidades profundas de sí mismo. Se
percibe en todo nuestro ambiente un
profundo desprecio hacia los demás, que afectan sustancialmente la sana
convivencia social, la paz y la justicia. Esto es el más claro signo de esta
profunda y permanente crisis social que vive nuestro pueblo en pleno siglo 21.Vemos
con gran pena como estos principios éticos, cívicos y religiosos comienzan a
languidecer en las personas y nos va minando nuestra capacidad para aprender
a vivir juntos y poder entonces
desarrollar y fomentar nuevas
mentalidades, nuevas estructuras conceptuales, nuevas actitudes que nos
permitan ser sensibles a nuestra responsabilidad dentro de lo que representa el
bien común.
Nuestra gente no ha acabado de entender que
vivimos momentos difíciles en nuestra historia como pueblo, que requiere que
todos comencemos a reconocer cuales son las necesidades más apremiantes a
las que debemos atender con urgencia, para poderlas atender, hay que primero
entenderlas, para luego entonces buscar
el consenso en forma reflexiva, creativa y crítica, poderlas resolver.
Se hace necesario comenzar un dialogo
dentro de nuestras familias, en nuestros
vecindarios en nuestras comunidades. Para enfrentar la parte de la crisis que
nos afecta a todos. Tenemos que dar paso el esfuerzo creativo, a la unión de
voluntades, para que no se pierda lo más valioso de nuestra sociedad. Nuestro
valores éticos y morales. El llamado para que juntos en nuestras comunidades se
inicie el desarrollo de valores éticos y morales de forma deliberada y coherente,
con nuestro ejemplo más que con nuestras palabras. Hay que re educar para que
se puede recuperar el verdadero significado
de lo moral y lo ético, comencemos en casa, eduquemos a nuestros niños y jóvenes ahora,
luego podría ser muy tarde.
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