miércoles, 24 de septiembre de 2014

Fe, religion y cultura



Fe, la cultura y la religión, nos definen como pueblo.
Prof. Pedro N. González
Desde la perspectiva teológica de nuestra fe cristiana, indistintamente de cual denominación religiosa usted pertenece, todos coincidimos en nuestra creencia en un solo Dios. Esta afirmación que es la afirmación más importante en nuestra visión de ser seguidores de Jesucristo. Nos pone de relieve la importancia de creer en Dios. No de palabra si no de verdad, ya que es el amor a Dios es lo que habrá de determinar nuestra actitud, hacia lo que decimos creer y aceptar sus mandatos, por tanto afirmar creer en Dios nos obliga a conocer más y mejor sobre ese Dios al cual decimos amar. Creo que no hay otra afirmación más importante que decir, yo creo en Dios.
Sin embargo hoy hay miles de denominaciones religiosas, que afirman creer en Dios, pero el mundo sigue igualmente convulsionado por nuestro comportamiento que dicta  mucho de eso que decimos creer. Entonces nos debemos preguntar cuál es el Dios que creemos los cristianos. Veamos algunas características de nuestro Dios. Primero que nada tenemos que afirmar que nuestro Dios es Único, o sea que no existe ningún otro Dios como el nuestro, Un Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo Y ante él se doblara toda rodilla. Nuestra fe Cristiana está fundamentada en esta afirmación tres personas distintas en un solo Dios. Si creer en Dios es importante, pero hay que creer en el en toda su manifestación, como un Dios de poder. Un Dios Vivo  Dios de los padres, compasivo y fiel a sus promesas. “Yo soy”… Dios no dice “Yo fui” o “Yo seré”, es un Dios vivo y presente, siempre y para siempre. Por eso es que es fiel a sí mismo y a sus promesas. La fe cristiana está fundamentada en que Jesucristo es el hijo de Dios Verdadero,  sus palabras no pueden engañar, y sus promesas se cumplen, es un Dios verdadero. El que duda  de esta  Palabra de Dios de que él nos envió a su Hijo Jesús para “dar testimonio de la verdad” (Jn 18,37). Entonces no se puede llamarse a si mismo Hijo de Dios, mucho menos considerarse como cristiano. Cristo quien se describe a sí mismo como el camino, la verdad y la vida, es un Dios del Amor, fruto de ese amor infinito que es Dios Padre  y  “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único para salvarnos” a características de ese amor de  Dios es gratuito, misericordioso, que a pesar de nuestras infidelidades y nuestros pecados nos perdona, y es un Dios eterno: Como nos dice el profeta Isaías “Los montes se correrán y las colinas se moverán, mas mi amor de tu lado no se apartará” (Si 54,10).
Si fue el mismo Jesucristo quien nos enseñó, que en el cielo tenemos a Nuestro Padre celestial, cuando nos enseñó a rezar el Padre Nuestro. Así podemos entender que primero que nada Dios es nuestro Padre celestial, que es Padre por ser origen primero de todo y como autoridad, el segundo es como Padre bondadoso y con solicitud amorosa para todos sus hijos. La visión que nosotros tenemos de padre y madre, son humanas, aunque como ellos son falibles, por ser humanos, pueden desfigurar la imagen de paternidad y maternidad que nos hacemos de Dios; pero como Dios no es hombre ni mujer, nadie es Padre como lo es Dios. Jesucristo mismo nos dijo “Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.” (Mt 17,27). Esto es que el Hijo es “consubstancial” al Padre, o sea, un solo Dios con él. Se realiza una distinción de Padre en cuanto a las tres personas de la Santísima Trinidad.

De  eso es que se trata nuestra fe Cristiana. Pidamos a Dios nuestro Padre celestial, a su Hijo Jesucristo y al Espíritu Santo. Por la unidad de todos los cristianos del mundo.” Dios el Señor de los ejércitos”

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