domingo, 15 de marzo de 2015

Reflexion sobre el amor a los padres

Cuaresma es tiempo de reflexión, tiempo de cambio, tiempo de renovación, tiempo para mirarnos en nuestro interior y ver las cosas que necesitamos cambiar, para vivir como auténticos hijos de Dios, y el amor al prójimo como a nosotros mismos.
Un llamado a la compasión y la misericordia hacia nuestros seres queridos.
Hace unas semanas mientras participaba de la santa misa, el celebrante nos hizo una pregunta bien interesante, como parte de su homilía. ¿Hasta donde llega la responsabilidad de los hijos, cuando los padres ya están viejos y no pueden valerse por sí solos? Sera solo amarlos en la distancia, darle una llamadita, enviarle alguna cartita o un pequeño regalito para cubrir sus necesidades más apremiantes.
Seguidamente el sacerdote Concluye” Lamentablemente nuestra sociedad ha creado la idea general de que como ya están viejos, ya no sirven para nada, que estorban, que huelen, y que les corre la sangre muy despacio, que simplemente son un problema muy complicado, muy difícil de resolver.
Lo triste de este pensamiento que permea en toda la sociedad moderna, dentro de la cultura americana, es que deja en el olvido todo lo que  tus padres hicieron por ti cuando tu era un niño o una niña,  ellos te dieron la vida, te cuidaron, te protegieron, te educaron, te guiaron y te dieron tu formación como ser humano, entonces, nos  pregunta nuevamente, ¿dónde está tu deber para con ellos?
Salí de aquella misa y llame a mi mama que vive solita a los noventa años, que alegría sentir que Dios todavía me ha permitido disfrutar de su presencia  y de la experiencia de poder compartir con ella, mis penas, mis alegrías y que ella sepa que aun en la distancia yo también me preocupo de sus penas, de sus tristezas, de sus preocupaciones, de su salud, pero lo más importante de dejarle saber que ella es importante en mi vida. Realmente la predicación de aquel sacerdote había tocado muy dentro de mi ser esa fibra interior que a veces nos hace insensible a la tristeza de nuestros seres queridos, que tienen tanta necesidad de sentirse amados por sus seres más queridos, sus hijos, sus nietos, sus familiares y como poco a poco les vamos relegando, y distanciándonos de ellos, sin querer, envueltos en nuestros propios problemas y cargada agenda, que les deja a ellos en el último lugar de nuestras prioridades  hasta que finalmente muchas veces se nos olvida que ellos necesitan de nosotros. ¿Que ironía tiene la vida?
Por muchos años compartí con mi esposa la gran tarea de cuidar a mi suegro hasta su fallecimiento por motivos de salud, les confieso que no fue una tarea fácil, fue muy complicado, y el proceso cometimos muchos errores, pues como seres humanos, uno a veces falla en su toma de decisiones, pero a pesar de todo, Dios nos dio la sabiduría y la paciencia para cumplir con esa gran responsabilidad, que aún muchos años después marca nuestras vidas de forma muy particular. Creo que fue un gran acto de amor y un deber moral para una persona tan especial como mi suegro. Pues había sido un extraordinario padre, que siempre cumplió con su misión de amar a sus hijos.

Durante todo este proceso aprendimos la importancia de esa relación que debe darse entre padres e hijos, que muchas veces pasa desapercibida en nuestra sociedad, tan complicad, sofistica y materialista, que deja fuera del entorno social la palabra agradecimiento y que nos debiera comprometer en devolverles a nuestros padres cuando ya están viejos y solos, ese amor incondicional que ellos nos dieron cuando nosotros más lo necesitamos y no abandonarlos, a su suerte, sino también de hacerles sentir amados, queridos, hacerles sentir que son parte de nuestras vidas, que siguen siendo importantes y que queremos que ellos formen parte de nuestra vida, como ellos hicieron con nosotros cuando nos criaban.
Si nuestros viejos débiles, enfermos, maniáticos, dominantes y exigentes, no son un estorbo, y no deben ser vistos como una pérdida de tiempo para nosotros, son parte de nuestra obligación para quienes no dieron todo cuando más lo necesitamos. Debemos retomar más en serio esta obligación para con nuestros seres queridos, es tiempo de que ellos sientan con nuestros actos y nuestra dedicación que siguen siendo personas muy importantes en nuestras vidas y que aunque físicamente a lo mejor ya no pueden hacer mucho, su amor, su afecto y su presencia es importante para cada uno de nosotros. Hay que ponerlos en nuestra cargada agenda personal, pues cuando ellos no estén entonces, nos vamos a sentir muy triste, por no haber tenido tiempo, para compartir con ellos. Cuando más lo necesitaban de sus seres queridos, hay que el esfuerzo para visitarles lo más frecuentemente posible de manera que ellos sepan que sus hijos les aman y no se sientan abandonados, Solo así aportamos a una mejor calidad de vida de nuestros queridos viejos.
Ojala que en nuestra Iglesia surjan más grupos que tengan como meta el visitar en los hogares a aquellas personas que  necesitan de compañía, Que la Madre de Dios, María consuelo de los afligidos nos anime a visitar a aquellos que están solos y enfermos en su casa. Como meta de esta cuaresma debemos prometernos a nosotros mismos reflexionar sobre la importancia del amor para con nuestros padres, pues el Amor es algo que se necesita a cualquier edad o bajo cualquier circunstancia y más aún cuando uno ya no es tan joven. Si es importante respetar la independencia de nuestros padres, pero debemos evitar justificarnos nuestro propio egoísmos e individualismo, hay que fomentar más la solidaridad y amor al prójimo sobre todo cuando se trata de nuestros padres. 

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