Lamentable
decisión del gobernador de celebrar un nuevo Plebiscito de estatus, para
resolver un asunto que el propio gobierno de los Estados Unidos no quiere
resolver.
Prof.
Pedro N. González Cordero, Catedrático retirado de la Universidad de Puerto
Rico
Siempre he sido un defensor de la Autonomía política
de Puerto Rico, siempre he defendido los fundamentos soberanistas que dieron
paso al Estado Libre Asociado , pero ha llegado el momento de que Puerto Rico
enfrente la realidad de que no se puede alcanzar una alianza política, con un
país que no tiene el mas mínimo respeto, por nuestra identidad como pueblo,
como nación por derecho propio, creo que ha llegado el momento de defender
nuestra capacidad de ejercer control sobre nuestros asuntos políticos , económicos
y sociales, y el actual sistema del ELA no nos ofrece ese espacio para lograr
los cambios que necesitamos, para salir adelante en esta permanente crisis
social que enfrenta nuestro pueblo. Para mí la única oportunidad era la
convocatoria de una asamblea constituyente para resolver el asunto del estatus,
pero el gobernador la ha abandonado, en vías de
una nueva consulta que no tiene ningún posible acuerdo entre los
electores de puerto Rico y mucho menos del congreso americano que ejerce en forma
inmisericorde los poderes plenipotenciarios de la infame clausula territorial.
Debiéramos hacer un breve recuento de
nuestra historia para darnos cuenta de cómo hemos sido entrampados en un
laberinto ideológico, que nos destruye como pueblo, como un barco a la deriva,
a merced de quienes nos invadieron y nos controlan a su antojo y voluntad.
Desde los inicios de la fundación del Partido Autonomista, liderado por Ramón
Baldorioty de Castro y posteriormente por Luis Muñoz Rivera, la lucha ideológica del
pueblo de Puerto Rico se concentró, en una batalla por conseguir de España su
autonomía política y económica, en un acuerdo político entre España y Puerto
Rico. Acuerdo que se logra en el 1897, cuando España le concedió la Carta
Autonómica que le daba a Puerto Rico posibilidades de tener gobierno propio que
tanto el pueblo anhelaba
Sin embargo es muy importante señalar que la
Segunda Guerra Cubana de Liberación (1895) contra España fue aprovechada por
los Estados Unidos para de una manera sutil, poder intervenir en esa Isla y
también en Puerto Rico. Esto trajo como consecuencias el mal llamado, tratado de Paz de Paris, firmado entre Estados Unidos y España, en el cual
España le entrego a Los Estados Unidos el control político de Cuba y Puerto Rico en el 1898. Más adelante los
americanos le dieron la independencia a Cuba y Las Filipinas, pero no a Puerto
Rico.
No hay la menor duda, de que la ocupación
norteamericana, iniciada en 1898, trastocó de forma permanente la vida de
nuestro país, no sólo en cuanto a la influencia sobre la burguesía española que
vivía en nuestro suelo, si no que de forma avasalladora nos impusieron un
sistema político que permitió que los grupos minoritarios defensores del
anexionismo y vinculados con el partido Republicano que dirigía José Celso
Barbosa, tuvieran pleno acceso al poder
gubernamental. Dando paso a una brutal persecución contra los demás sectores ideológicos
que defendían el nacionalismo
puertorriqueño que se aglutinaron bajo el Partido Unión de Puerto Rico.
El proceso de ocupación por los norteamericanos
fue tan manifiesto que ya para el 1930 controlaban el 44% de la tierra dedicada
a la producción azucarera. La diezmada población española y criolla se tenía que enfrentar a un enemigo
avasallador muy distinto al régimen
español. Los nuevos monarcas de nuestra tierra eran los absolutos dueños de los
medios de producción, por tanto los
pobladores españoles y criollos tuvieron que enfrentar toda esa fuerza del
poder imperial, que les imponían duras cargas e impuestos, que no les permitía
operar sus empresas, lo cual provoco un gran antagonismo y lucha entre ambos
sectores, una constante lucha desigual dirigida por al gobierno colonial, con el fin de acabar la
influencia de los españoles en el país y
que se convirtió en una persecución sistemática contra los nativos españoles y criollos, una lucha defensiva de los
criollo y boricuas, contra los nuevos patrones los Estados Unidos de norte américa.
Esta
nueva lucha da paso a una
reafirmación de los criollos de una identidad propia, rechazando la imposición
de los nuevos estilos de los norteamericanos, que denigraban y estigmatizaban
la imagen del criollo y del español. Nace entonces la figura del jibaro
puertorriqueño indomable, luchador, que no se sometía a las fuerzas invasoras,
a pesar de su constante menosprecio de quienes nos gobernaban por decreto
imperial.
No hay duda, comprobado por los escritores e
historiadores, Puerto Rico fue sometido a un proceso de colonización más fuerte
y más agudo que ninguna otra posición de los Estados Unidos, un proceso de
transfiguración cultural, dirigido a americanizarnos para asimilarnos, pero
primero tendríamos que desfigurarnos, para crear una nueva figura de la visión
americana de nuestra cultura, de nuestras raíces y tradiciones, todo dirigido a
desaparecer nuestra historia cultural.
La imposición de leyes que tenían el fin de
borrar nuestra vínculo como pueblo, fue la ley Foraker en donde se despojó al
régimen de gobierno autónomo, de todos sus poderes, el gobernador de Puerto
Rico era nombrado por el Presidente de Estados Unidos, quien además designaba a
los miembros de la Corte Suprema. Durante todo este periodo histórico muchos
fueron los reclamos de los puertorriqueños al congreso norteamericano, pero
ninguno de nuestros reclamos fue atendido. Aun bajo el liderato del Partido
Unionista en el 1917 nos concedieron la ciudadanía norteamericana para los
puertorriqueños, Y nos eliminaban la ciudadanía puertorriqueña, dejándonos en
un limbo político. Diferentes grupos políticos luchaban por que Puerto Rico fuera un territorio autónomo bajo
bandera norteamericana y con el derecho de escoger con el tiempo entre la
independencia y la estadidad. Unos de sus principales líderes fue Luis Muñoz
Rivera, fundador del Partido Unión de Puerto Rico. Los grupos de ideología
independentistas que había organizado Don Eugenio María de Hostos mantenían sus
esperanzas en las corrientes ideológicas de Ramón Emeterio Betances, estratega de
la Confederación Antillana, la poetisa Lola Rodríguez de Tió (1843-1924),
Rosendo Matienzo Cintrón y José de Diego, a quien se le consideraba como un “antiimperialista y anticolonialista, aunque
José de Diego era considerado como un representante de la burguesía criolla
asociada al capital monopólico y abogado de una de sus compañías: El Central
Guánica, la mayor refinería de azúcar de Puerto Rico.
Para esa misma época, se produjeron varios acontecimientos políticos importantes: primero
la fundación del Partido Socialista, el
21 de marzo de 1915. A los dos años de su fundación, el Partido socialista
participó en las elecciones obteniendo el 14% de los votos, dos parlamentarios
y el triunfo en siete municipios, la más alta votación obtenida por un partido
que promovía la independencia para nuestro país en aquella época, lo que
refleja el alto grado de disgusto que había en el pueblo contra el gobierno
colonial.
En
el 1924, el Partido Socialista entró en contubernio con el partido de la
oligarquía criolla anexionista, el Partido Republicano. Algo inexplicable pues
ya para el 1920, los conflictos entre
los terratenientes criollos y el gobierno de los Estados Unidos a raíz de la
disputa de la mano de obra, acelerada por la migración a Norteamérica de muchos
trabajadores puertorriqueños. Creaban un ambiente de mucha tensión entre
esta burguesía y las empresas
extranjeras que le arrebataban parte de sus tierras. Lo que promueve que la mayoría de los criollos
que vivían un profundo sentimiento nacionalista y se inclinaron con la filosofía del Partido Unión
de Puerto Rico
No podemos ignorar las grandes luchas de
nuestro pueblo, perseguido en su propia tierra, una gran crisis aumento la
tragedia, la crisis mundial de 1929 en
Puerto Rico, que pusieron de manifiesto la dependencia estructural de la Isla,
agravando la carestía y provocando el surgimiento de un amplio movimiento de
protesta social, dirigido por la pequeña burguesía nacionalista en alianza con
sectores obreros. Se creó entonces un movimiento populista, encabezado por Luis
Muñoz Marín, que logró canalizar el descontento por la vía reformista
institucional. Muñoz Marín, que se había iniciado en la lucha social con una
posición ideológica izquierdista,
levantó un programa de grandes reformas
sociales que le dieron espacio para la fundación del Partido Popular Democrático
y que culmina con el acuerdo político que permite la creación del Estado Libre
Asociado de Puerto Rico en el 1952.
Los términos y condiciones que dieron paso
al Estado Libre Asociado, se recogieron en la ley 600, aprobada en el 1950 por
el congreso de los Estados Unidos, y ratificada por el pueblo de Puerto Rico.
En dicho estatuto se suponía que daría por terminada la relación colonial de
Puerto Rico, pero el gobierno de los Estados Unidos, se las arregló, para poner un lenguaje legal que
dejaba al pueblo de Puerto Rico a merced de la cláusula territorial, quitándole
el valor jurídico que se le adjudicaba al Estado Libre Asociado, de un supuesto
pacto bilateral, que al fin de cuenta, no resolvía en forma permanente, el
debate del estatus político. Don Luis Muñoz Marín personalmente se dió cuenta
de esta situación, y en muchas instancias trato de buscar diferentes
mecanismos, que le permitieran subsanar las fallas del Estado Libre Asociado, sobre
todo en lo relativo a su permanencia y crecimiento.
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